domingo, 12 de enero de 2014

Hacer lo correcto

Algarrobo atardecer Chile

Hace dos semanas pisé Santiago de Chile, después de un viaje en bus de 25 horas, acompañada por mi amigo Osqui. Me había tomado unos dramamines que ayudaron bastante. Definitivamente no fue tan terrible como el del año pasado.
Ya pasaron varios meses desde que terminé mi viaje por Lationamérica con Javi. Volví a estudiar, trabajé en varios lugares, me junté con mis amigos, saqué a pasear a Ernesto. Aprendí a usar Wordpress, cociné comida judía para mis compas de la facultad, hice Yoga, me saqué fotos abajo del agua, se recibieron algunas amigas, fui a la iglesia, me hice una ergometría, fui a la Creamfields (gratis).
El amor siempre tira y después de peleas, discusiones, idas y vueltas y mucha reflexión decidí que venir a Chile era la mejor decisión a tomar. No es lejos de Buenos Aires, hablamos el mismo idioma, comemos empanadas y está Javi, porque yo no pretendo engañar a nadie. "Apostá al amor siempre" me escribió mi prima Natalia, así que aquí estamos.
Ahora estoy en Santiago, de vuelta con Javi, con trabajo nuevo y mucha incertidumbre por delante. 
Algo que tengo claro es que quiero escribir mucho. La diferencia cultural no es tan grande pero siempre habrá algo interesante para contar, una comida rica para describir o un personaje desopilante por conocer. 
Hasta ahora no tuve mucho tiempo de salir a recorrer. La primera semana fuimos a pasar año nuevo a Algarrobo, donde vi el show de fuegos artificiales más impresionante de mi vida. Me gustó como toda la gente se amontona en la rambla con sus mesitas de plástico y sus botellas de champagne y festeja mirando el espectáculo. 
Después de eso tuvimos que caminar 5 kilómetros hasta la casa donde nos estábamos quedando porque no había otra forma de volver. Fue como ver una película de terror: durante te cagás de miedo pero después te queda una buena sensación. Pasamos por bosques oscuros, cruces de gente que se había muerto en la ruta y senderos horribles. Llegar y acostarse fue una sensación hermosa.
En la playa tomamos melón con vino blanco, todo un descubrimiento de mi parte. Al mar no nos metimos, estaba muy frío. No hay que olvidarse que venimos de Venezuela.
Ya me aseguré de consumir mis platos chilenos preferidos: vienesa italiana (pancho con palta, tomate y mayonesa casera), chorrillanas (papas fritas con cebollas, carne y huevos fritos, entre otras cosas) y sopaipillas (tortas fritas de zapallo). Me faltan las empanadas de camarón queso, pero no tengo apuro.
Me estoy ubicando bastante bien en esta ciudad nueva. Entiendo cuáles son las comunas que me rodean y me hice un archivo de Word especial para aprender sobre las distintas regiones. ¿Sabían que Chile es uno de los tres países que tiene base en el círculo polar antártico?
El viernes volvía del trabajo en la micro 104 (como le dicen acá), eran las siete y media y en Santiago todavía brillaba el sol, acá anochece mucho más tarde. Escuchaba música en el iPod, miraba para afuera a la gente y pensaba: "Esto se siente correcto. Esto que estoy haciendo es lo correcto, no es una imposición de nadie, salvo mía. No estoy incómoda, ni decepcionada, ni amargada. Estoy bien".

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