jueves, 3 de enero de 2013

25 horas y media en micro


Llegué a Chile en micro porque comprar sólo pasaje de ida en avión es muy caro. Me recomendaron la empresa Cata, que ofrecía un viaje de 19 horas (casi todas por la noche) a 555 pesos, así que me la jugué. 
Mis viejos me llevaron a Retiro a las cuatro de la tarde, una hora antes de la partida. En el control me dijeron que tenía máximo treinta minutos para pasar así que me despedí de mis papás y pasé mi mochila (ENORME) por el scaner. Me senté en el piso de las plataformas internacionales con el resto de los viajeros. Estuvo buenísimo porque se hicieron las cinco y ni noticias del micro de Cata. Mis papás seguían firmes junto al pueblo del otro lado del vidrio así que me fueron a averiguar: resulta que hace diez días el horario cambió a las seis de la tarde. "Gracias por no avisar" dijimos todos los pasajeros que habíamos comprado los pasajes con más de diez días de anticipación.
El micro llegó "puntual". La verdad es que está bastante bueno: por cincuenta pesos extra uno se puede acostar con una almohada y una mantita súper lindaa que me imagino que no lavarán nunca y por cada asiento hay una tele.
Emprendimos el viaje. Paramos en Liniers y San Miguel a levantar gente y en eso se nos fueron una hora y media. A las ocho ya nos estaban sirviendo la cena. Yo la rechacé porque días antes de partir estuve con gastroenteritis. Bárbaro. Así que en todo el viaje disfruté de unas sabrosas galletitas Traviata acompañadas por manzana dulce sin cáscara porque "hace mal" según mi mamá.
Fin de la cena y nos apagaron las luces así que nada de Sudoku, crucigramas o libros de Paul Auster, como me hubiese gustado a mí. Pero las pantallitas se prendieron y empezó una peli de Nicolas Cage, "Stolen". De acción, robos, villanos sin pies, Nueva Orleáns en Mardi Gras... La disfruté de principio a fin y después me dormí.
A las cuatro de la mañana me desperté en San Luis, nuestra última parada. La estación de micros es súper moderna, parece Barajas. No pude probar el Wifi de la provincia, pero me quedé con las ganas.
A la mañana todo bien hasta que a las diez paramos en un estacionamiento de unas oficinas de la Afip. Habíamos pasado Mendoza y el lugar estaba lleno de micros, autos y combis. "Hubo un accidente del lado chileno y el cruce va a estar cerrado por varias horas. No se desesperen y salgan a fumar" dijo el asistente del viaje por el altoparlante. 
Parece que el accidente sí fue grave: entre un micro y un camión o algo así y con muertos. Los pasajeros le avisamos a nuestros SERES QUERIDOS que estábamos vivos para que no se preocuparan. Dos horas y media más tarde avanzamos hacia la aduana chilena. A todo esto las diecinueve horas de viaje ya estaban sobrepasadas. Javi me llamó desde Santiago: "Vas a llegar muy tarde".
"Bienvenidos a Chile"
Una hora y media para tramitar el cruce, dejar que unos perritos hermosos nos olieran las bolsas de mano y pasar todo por rayos X. Me hicieron abrir los tampones para ver si tenía algo adentro. "No se preocupe señor" le dije al oficial "son apósitos femeninos".
Finalmente a bordo del micro encaramos el cruce. Muy bonito: puras sierras y curvas. Suerte que en San Luis me mandé un dramamine.
Pasaron muchas pelis. Todas eran de acción salvo la nueva versión de "Los tres chiflados", que es pésima. "Man on the edge" con el pibe de Avatar, "Fire with Fire" con el marido de Fergie, la remake de "El vengador del futuro" y otras que si no hubiese sido por este viaje nunca hubiese visto. 
Todas estas obras maestras del séptimo arte para ocultar el hecho de que nadie sabía a qué hora íbamos a llegar. 
Paramos en un par de lugares porque la ruta estaba en construcción y el micro tuvo que ir a campo a traviesa en el lugar del accidente: por el piso había asientos y sobre el asfalto el camión chocado parecía un acordeón.
A las siete llegamos a Santiago y media hora más tarde a la estación. POR FIN.

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